viernes, 16 de marzo de 2012

Visita al Convento de la Encarnación en Madrid

Crónica de Esther Dorado Matos
Marzo  2012
Llegamos a la puerta del edificio donde se encuentra el Convento de la Encarnación que íbamos a visitar el grupo componente del Taller de lectura de la Biblioteca de Móstoles.
Una vez hechos los saludos de rigor, nuestro profesor y juglar Carmelo, nos recibió con una muestra de su genialidad,  subiéndose a un banco de piedra y desde allí nos contó, más que contar, nos escenifico, el famoso cuento campesino  portugués de “La sopa de la piedra”.  Fue una maravilla escuchar el cuento; al terminar todos aplaudimos y ya nos preparamos para entrar a la visita.
Después de pagar la entrada y una vez pasamos los bolsos y demás por el escáner y luego que nos miraran de arriba abajo, comenzamos la visita.
En principio como siempre  os haré una breve historia de este convento.  Historia que nos contó Carmelo al salir, con toda clase de detalles, como nos tiene acostumbrados.


El Real Monasterio de la Encarnación  es un convento de monjas agustinas recoletas ubicado en Madrid.  Fue fundado por la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, a comienzos del siglo  XVII.  Al ser la impulsora de este convento la reina Margarita, fue conocido entre las gentes de la ciudad, como Las Margaritas.
Se dice que se construyó para perpetuar el recuerdo y la conmemoración de un hecho histórico; la ordenanza hecha por el rey Felipe III, de la expulsión de los moriscos que aún quedaban en Madrid.
El arquitecto fue fray Alberto de la Madre de Dios, quien lo edificó entre 1611 y 1616. La fachada que responde a un modelo de inspiración de estilo herreriano, de gran austeridad, creó escuela y fue imitada por otros templos españoles.  El edificio se construyó en el lugar que ocuparon las casas de los marqueses de Pozas, a quienes el rey se las compró, debido a su cercanía al Real Alcázar.  Los reyes podían entrar directamente a la iglesia mediante un pasadizo existente. El rey en persona colocó la primera piedra del edificio, acto que se hizo con gran solemnidad y bajo la bendición del cardenal arzobispo de Toledo Bernardo de Sandoval y Rojas.  Meses más tarde, el 3 de octubre de 1611, murió la reina sin haber visto terminada esta obra en la que tuvo tanto empeño.
La reina conservaba buenas relaciones con las religiosas descalzas de San Agustín de la ciudad de Valladolid, donde había vivido cerca de seis años, y desde allí hizo venir a la que sería la primera priora del monasterio, la madre Mariana de San José, en compañía de Francisca de San Ambrosio (hermana de la marquesa de Pozas), Catalina de la Encarnación e Isabel de la Cruz.   La primera novicia de este monasterio fue, Aldonza de Zúñiga, hija de los condes de Miranda y ahijada de lo reyes, quienes para celebrar este acontecimiento hicieron donación a la priora de un gran vaso de ágata con adornos de rubíes y oro que sería empleado para el Santísimo Sacramento.
Antes de que le llagara la muerte, la reina Margarita se había encargado de escribir cartas con peticiones para el convento, y así fue como llegaron de diversos puntos de España y del extranjero grandes y suntuosos regalos y donativos.  La reina había hecho donación de un regalo insólito, cuyo significado aún no aciertan a descubrir los historiadores; la cama donde había nacido su hijo, el futuro rey Felipe IV.
Durante los siglos XVIII y XIX continúa la historia del monasterio, llena de anécdotas.  Así por ejemplo, se sabe que Manuel Godoy, valido de Carlos IV, acudía todos los días a la misa de la iglesia del monasterio dando un paseo desde su residencia, el palacio de Floridablanca (actual Ministerio de Marina).  Cuando José Bonaparte residió en Madrid en calidad de rey, apareció un día en la verja del monasterio un gato ahorcado con un escrito: “Si no lías pronto el hato,/te verás como este gato”  no le quería mucho el pueblo de Madrid.
El monasterio fue abierto al público en 1965.  En la década de 1960 se instaló en la plaza exterior de la iglesia una estatua de Lope de Vega, obra de Mateo Inurria.
Bueno hasta aquí un poco de historia, ahora vamos a la visita.
Empezamos en  una pequeña habitación, cuyas paredes estaban llenas de cuadros. Allí nos recibe nuestra guía, una mujer de mediana edad, helada de frío, austera (para mi que enferma) que empezó a detallarnos lo que íbamos viendo, con poca gana e interés.  A nuestras espaldas nos acompañaba todo el recorrido, una guardia jurado, que iba cerrando las puertas una vez entrábamos y luego las volvía a cerrar inmediatamente que salía el último visitante.  (Algo insólito, que yo nunca había visto y eso que a mi edad ya he visto de todo o creía).   Este gesto y el de que una vez cerrada la puesta se plantara delante sin quitarnos ojo era inquietante.
Una imagen tallada de la Virgen y el niño, preside la sala, “La Virgen de los Reyes”  obra de un pintor italiano, muy bonita.
También podemos contemplar los cuadros de San Felipe y Santa Margarita.
Pasamos a otra habitación,  cubierta de retratos, por ejemplo los de las dos primas Isabel de Borbón y Ana Mauricio hija de los fundadores. 
Un cuadro conmemora el cruce de las dos primas, cuando ambas iban a ser presentadas a sus esposos, Isabel se casaría con  el futuro rey de España, Felipe IV y Ana con  Luis XIII de Francia, por lo cual las dos fueron reinas, una de España y otra de Francia; esta obra es de un pintor flamenco anónimo.   Enfrente de este cuadro admiramos otro donde se representa la playa de La Concha de San Sebastián.
Subimos unas escaleras y encontramos esculturas de  imágenes de Cristo muerto y la Virgen, son obra de Gregorio Hernández..   Seguimos y en otra sala, llama la atención un cuadro de una viuda (con cara de bruja) , dos hermosos cuadros de los Reyes fundadores, una especie de cómoda antigua con un Cristo en la cruz y dos urnas de cristal con  niños como ángeles, o niño Jesús vestiditos como dos muñecos.   Un retrato de una monja joven y con cara de vasca.  Nos causa cierta curiosidad un lienzo donde se representa a Cristo, lleva un manto abierto y se descubre un torso muy fuerte , con unos pechos llamativos; nunca hemos visto a nuestro Señor, ni en cuadros, ni en esculturas, representado con una anatomía tan llamativa.
Pasamos al claustro, hay un cuadro que nos comenta la guía, que es un cuadro original (ya que la mayoría que hemos visto son copias), representa una monja de este convento, la hija de los Condes de Miranda y prima del Conde Aldonza.  (De la cual ya hemos hablando anteriormente). 
Nos señala la guía la reliquia de San Pantaleón.  La sangre del santo se licúa todos los años el día del santo, el 27 de Julio.  Y se puede visitar libremente ese día.  Observamos muy bonitos y variados cuadros, que corresponden a la pintura italiana , pero que ninguno tiene firma.  Son regalo de un tío de la hija de los Condes de Baraja.
Entramos donde se encuentra la “silleria”  y el coro. Muy austera y sin mucho adorno; preside en el fondo de la sala un cuadro representando la “Última cena”, de Vicente Carducho.  En el medio una urna con una escultura de Cristo inerte, impresiona y da escalofríos.   Un órgano simple y mudo.  En la pared un escudo de España, con una placa conmemorativa.
Entramos en una sala repleta de vitrinas, hay que admirar el techo, tiene un gran trabajo de pintura obra también de Vicente Carducho (un poco recargado).   Las vitrinas están repletas de reliquias, joyas con rubís, perlas, trabajos en coral traídos de Sicilia-Palermo.
El frío nos llega hasta los huesos,  no solo eso, nos llega hasta el alma, cada vez que la guía menciona la cantidad de novicias, mujeres jóvenes, niñas quizás, que eran enclaustradas en este triste convento, encerradas para el resto de su vida, por orden y capricho de los que tenían el poder sobre ellas; hace pensar que el frío que se siente es del llanto que deben de haber escuchados estas paredes, que dan “repelus”.  Me acordé de lo que decía mi madre cuando hace muchos años pasábamos por cerca del Hospital donde hoy se encuentra el Museo Reina Sofía,  ella siempre comentaba   -  Hija cuanto sufrimiento dentro de estas paredes, aún deben de estar llorando; no me extraña que digan que hay fantasmas. ¡ Pues aquí seguro que también!.
Ya en la sacristía nos llama la atención un cuadro que representa a Jesús entrando en una posada donde los caballeros beben y comen, parece una especie de orgía, Jesús tiene una expresión, entre ira y dolor.  (Es tenebroso).
Pasamos a la iglesia, donde nos informan que todavía hoy se sigue haciendo culto, o sea que siguen dando misas.  Es más alegre que el resto , tiene más luz y menos frío, Un órgano blanco no muy grande, pero coqueto, hay una escultura de San Pantaleón (que nació en Turquía y era médico).  El techo de la iglesia esta preciosamente trabajado.  A lo largo de la nave pueden verse una serie de lienzos con el tema de la vida de San Agustín, que se complementan con los frescos de la bóveda de la capilla mayor, obra de Francisco Bayeu.  En el centro del retablo mayor puede verse el cuadro de “La Anunciación” de Vicente Carducho, enmarcado por sendos pares de columnas corintias y a ambos lados las imágenes de San Agustín y su madre Santa Mónica, de Gregorio Fernández.
Salimos al exterior y allí nuestro “juglar Carmelo” nos habla un poco de la historia del convento, nos hace notar que la fachada esta construida con piedra granifera, una fachada con tres pórticos que hace pensar en tres naves, pero al entrar es solo una.
Nos lee delante de la estatua de Lope de Vega, algo de la historia de este ilustre hombre; por ejemplo,  su padre vino de Cantabria. Nuestro “juglar” nos deleita con un escrito que hizo Lope dedicado a su padre.
Nos ponemos en camino, ya más reconfortados por el cálido sol que nos calienta y nos hace sentir felices de estar vivos.  Frente al Senado, (que antes era un convento),  Carmelo da “un  mitin”; lee la “Oda Guerrera del Dos de Mayo , el bando del Alcalde de Móstoles.   Nos indica la casa donde estuvo el general  Murat, el frances, la casa de los Ministerios , en la calle de la Encarnación.  Nos comenta Carmelo, que Fernando VII, paso a la historia como el peor rey que hemos tenido, amigo de los franceses y un pelota del tal José Bonaparte.
Remata el “discurso” con una alegoría a la primera Constitución Española, de  1812, la famosa Constitución de Cádiz  - “LA PEPA”.  De la cual estamos conmemorando sus 200 años.
Allí la crónista con gran pesar, tuvo que abandonar el grupo, pero pienso que con lo aquí escrito ya tenéis un recuerdo de esta visita.  Espero os haya gustado y hasta la próxima que creo será el paseo por el bello jardín “El Capricho”  todo un deleite para nuestros sentidos. 

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